Descripción
No obstante, esta imperdonable y vergonzosa indiferencia, significó muy poco o nada para una poeta como Carmen Luz, que iba por la vida preñada de versos, de luz, de inteligencia, dándose el tiempo para observar cosas importantes como el equilibrio de la naturaleza, atender sin descargo los espacios dormidos en cavernas del átomo, decir del golpe del colmillo y de los cantos rodados, así como visitar en sueños el aroma y las olas del mar de Tanaka disfrutando con sosiego el indescriptible fulgor de los astros. La insigne poeta nos dejó el ejemplo de escribir ajena a lauros y convencionales halagos. Tan solo honrada con ese don que iluminaba su naturaleza creadora sin soberbia alguna. Así como ocurre con toda poeta de excepción que ha cruzado el Rubicón.
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