Descripción
Se necesita más poesía y menos arrepentimientos, y para escribir sobre el amor debes estar enamorado o en guerra, esa guerra que te hace más fuerte o te reduce a cenizas. Y yo definitivamente era la ceniza que se dejó vencer. Me había prometido no volverla a ver, pero siempre estaba ebrio, así que las promesas no significaban nada. Perdí las ganas de comer por la llenura de la tristeza y embotado por el alcohol, mis esperanzas se desvanecían mientras me sentaba a esperar mi muerte, acompañado por música fúnebre que acariciaba mis oídos y avivaba los recuerdos.
Entonces, nació la interrogante: ¿por qué bebo tanto alcohol? A lo que respondí: porque ninguna buena historia de amor comienza con “estaba yo comiéndome una ensalada”.
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